lunes, 26 de enero de 2015

La 'catedral' de la informática

Cuando los robots tomen el control, cuando el mundo deje de ser humano para convertirse en el dominio de criaturas digitales para las que nuestra especie y civilización no sean más que dos peldaños de la necesaria escalera de su evolución, la obra de George Dyson será recordada.



Al menos, ese es uno de los sentidos del texto, según su autor confesó a EL MUNDO. "Creo que durante mil años las personas, puede que las máquinas, echarán la vista atrás y dirán 'wow, este es el momento en que, literalmente, un nuevo universo tomó forma.' Este antiguo testamento de la era digital es el relato mítico de cómo un nuevo mundo fue creado 'llevándolo a un extremo, nosotros, como seres humanos, tenemos mitologías sobre los dioses que nos crearon [...] y, en cierto modo, puedes considerar que este libro fue escrito para las máquinas: es la historia de personajes míticos que crearon el mundo de las máquinas".
La catedral de Turing es una obra difícil de clasificar, seguramente tan difícil como su autor. Hijo del físico y Nobel, Freeman Dyson, y hermano de una de las mujeres más influyentes de Silicon Valley, Esther Dyson, George pasó parte de su infancia en una dimensión alternativa, una escuela dentro del Instituto de Estudios Avanzados -IEA- de Princeton, New Jersey. El IEA es popularmente conocido por haber albergado al científico más célebre del s. XX, Albert Einstein. Pero el hombre que revolucionó nuestro entendimiento del espacio y el tiempo compartió pasillos con genios de la talla de Kurt Gödel -conocido por su Teorema de Incompletitud que puso límites a lo que las matemáticas pueden demostrar-, Wolfgang Pauli -pionero de la cuántica- o, ambos clave para esta historia, Alan Turing y John Von Neumann.
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